sábado, 2 de junio de 2012

Cueva de corinto


mano pintada en la cueva


par de danzantes 


DOCUMENTACION ANTERIOR
fragmento
Santiago I. Barberena (1851-1916)
El tiempo y sobre todo la incuria han borrado más o menos completamente algunas de estas inscripciones. De las que se conservan en mejor estado citaré una que representa a un hombre alto y desnudo, parado, haciendo arco con las piernas. Hay un gran número de figuritas apareadas, cogidas de las manos, y muchísimas manos aisladas de tamaño poco mayor que el natural pintadas de varios colores (unas coloradas, otras azules, otras amarillas, etc.) También se ven otras figuras que parecen jeroglíficos. Vese asimismo otra figura, medio borrada, que representa un hombre con resplandor y otro adorándolo.
Esas numerosas manos de la gruta de corinto constituyen por sí solas un curiosísimo monumento petrográfico de muy alta significación. La mayor parte de ellas están extendida y con los dedos separados y hacia arriba. : dos o tres de dichas manos me parecieron haciendo higa, bastante exagerada, en cuanto al tamaño exterior del pulgar.
1926 “ Gruta de Corinto”. REVISTA DE ETNO ARQUEOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA
 Tomo I

    N. 5.  pp. 315-319. San Salvador, El Salvador.



LA CUEVA DEL ESPÍRITU SANTO
Ricardo Lindo

Una noche, hace unos diez mil años, una ceremonia tiene lugar. Una serie de figuras se agita en torno al fuego, con los brazos recubiertos por alas y la boca deformada por un pico curvo. Otras llevan cuernos sobre la frente. Están danzando. Quizá rudimentarios instrumentos, además de los grillos y las chicharras, interrumpen el silencio de la noche. Un canto gutural crecerá como una flor extraña. Los danzantes invocan así, de un modo mágico, la llegada de los animales para la caza. Han descubierto una de las mayores creaciones de la humanidad, el teatro. Un pintor, varios pintores a lo largo del tiempo, acaso brujos, van dejando en la Cueva del Espíritu Santo el testimonio de esta danza fantástica. Es la primera, y admirable, huella de la pintura en el actual territorio de El Salvador.
Los animales se acercarían a los manantiales cercanos a beber y serían víctimas de los cazadores, que pertenecerían a tribus errantes, pues la agricultura era aún desconocida. Tales son al menos las interpretaciones que se cree autorizado dar, con todas las reservas del caso, un profesor de la Universidad de Hamburgo , el Dr. Wolfgang Haberland. De esta curiosa historia a nosotros nos interesan, por el momento, más que todo, los rasgos que han quedado en la roca.
Imaginemos ahora en una noche muy distinta de la precedente, al sabio alemán entre sus papelotes, en su apartamento de Hamburgo.
Los datos se acumulan, irrecusables. El profesor baraja en la memoria los conocimientos que existen sobre los más remotos pobladores del planeta, y los compara con los datos que posee. La luz de una lámpara deja caer un delgado círculo amarillo sobre sus documentos. Sus reflexiones van fluyendo a la luz de la lámpara. Sobriamente, sin dejarse llevar por la emoción de haber contemplado las antiguas pinturas ni por la que ha de haberle suscitado el llegar a sus inquietantes conclusiones, va perfilando en renglones escuetos y derechos los contornos de su informe. Solamente al final de éste, dejará translucir un poco de su entusiasmo al decir que “lo que está en discusión no es la importancia de la cueva. La Cueva del Espíritu Santo es un extraordinario ejemplo del arte rupestre en Centro América, y es importante no solamente porque las figuras son excepcionales, sino también porque los temas y los métodos de ejecución ameritan un cuidadoso estudio. No menos importante es el hecho de que las pinturas necesitan protección. Como un monumento de arte precolombino internacional, así como un tesoro nacional, la Cueva del Espíritu Santo necesita ser preservada para la recreación y educación del hombre”.
El arqueólogo deja constancia del escabroso camino que ha debido recorrer para llegar a la Cueva. La Cueva del Espíritu Santo, se encuentra junto al pueblecito de Corinto, en el Departamento de Morazán, ya cerca de la frontera con Honduras. Sin bien las comunicaciones  han sido mejoradas desde las visitas de Haberland, que datan de abril de 1954 y noviembre de 1958 (la calle ha sido arreglada y actualmente los autobuses llegan  hasta Corinto) el camino sigue siendo accidentado.
El refugio de la cueva tiene la forma de un cuarto de esfera, de quince metros de profundidad y de flancos disparejos. La entrada mide veintiséis metros cincuenta centímetros de ancho y casi en el centro, doce metros de altura. El piso, el techo y las paredes –señala el arqueólogo- están formados por un conglomerado de breccia que lleva como matriz una toba volcánica blanca.
Al parecer, gran parte de la pared derecha así como el techo adyacente y la mitad de la pared central, estuvieron recubiertos primitivamente por pinturas, hoy ocultadas y oscurecidas por el proceso de lixiviación (filtración de aguas lluvias). Los contornos de algunas de estas figuras son apenas perceptibles, y el arqueólogo no osa decidir si se trata de composiciones o simplemente de figuras individuales. En otras partes, sin embargo –y él lo reconoce así- es clara la ausencia de arreglos escénicos. Distingue tres clases de pintura. La primera de un tipo al parecer inexistente en otras partes de El Salvador e incluso en Centroamérica, es la más importante, y es de color rojo oscuro; el segundo tipo varía entre café y el amarillo oliváceo, y es menos visible que el anterior; el tercero, no es propiamente de pintura, sino un método pictográfico que consiste en horadar la superficie de la roca hasta encontrar una capa de color blanquecino, que da la imagen, destacándose en el entorno oscuro. Este método fue usado con frecuencia tanto en nuestra tierra como en el resto de Centroamérica. Los tres tipos coexistentes sin suponerse, al menos a primera vista. Pudimos observar un caso en que la figura roja se interrumpe dando paso a dos personajes amarillos, como si éstos la precedieran.
Curiosamente, Haberland observa el caso contrario, y deduce de ahí, entre otras consideraciones, que las pinturas rojas fueron posteriores a las amarillas.
Un tercio de las pinturas está constituido por figuras humanas. La mayor parte está desnuda. Pocas tienen el sexo dibujado. Una lleva una capa. Varias llevan dos pequeños “cuernos” sobre la frente, rectangulares o bien redondeadas, que a juicio de Haberland pueden representar tocados decorados con cuernos de venado o máscaras zoomorfas. Las figuras se hallan rellenadas completamente de pintura y carecen de rasgos faciales, a excepción de una cuya boca está indicada. Algunas sostienen objetos, una de ellas posiblemente un arco, otras, quizás cerbatanas, y otras, aparentemente palos. Uno de los portadores de palos parece estar bailando. Dos pares de figuras tomadas de las manos, en roja una, en amarillo otra, presentan una curiosa característica: las áreas faciales no están pintadas.
Igual cosa ocurre con un quinto personaje blanco. Según Haberland esto podría significar que las máscaras con cuernos no cubrían sus caras. Algunas de las figuras llevan alas, lo que hace pensar que van disfrazadas de pájaros.
Para tratarse de una representación de la caza, es notoria la falta de animales. Esto podría inclinarnos a pensar con más razones que se trata de una ceremonia de invocación preparatoria, y no de la caza propiamente dicha. Hay tres pájaros, dos de ellos con apariencia de avestruces o ñandúes. El arqueólogo se asombra de este hecho, ignorando que llegan aves zancudas a nuestro país desde tiempo inmemorial. La tercera tiene el pico fuertemente encorvado, y está tan dañada que se hace difícil su identificación. Hay también, cuatro representaciones de pieles de animales. Quizás entre las figuras hoy ocultas o dañadas hubiera retratos de mamíferos.
La Cueva representa también figuras abstractas. Hay un dibujo frecuentemente repetido que el arqueólogo llama “chevron” o galardón, que tiene apariencias de un galardón militar. Él sospecha que pudieran representar palos para tirar, o “boomerangs”. El dibujo surge solo o en grupos, con todos sus elementos dirigidos entonces en la misma dirección y cerrados por un puntito. Otras figuras incluyen círculos, rectángulos huecos, cruces. Entre estas últimas, algunas parecen palos de golf cruzados. Sobre el techo, a siete metros de altura, el científico observó un “Signo de Sol”, círculo del cual parten varios rayos. El signo es ahora invisible. En otras partes de El Salvador hace notar –el sol es representado por varios círculos concéntricos.
La Cueva contiene algunas manos pintadas. Unas están en positivo y otras en negativo, o sea, hechas poniendo la mano viva sobre la roca y esparciendo pintura alrededor, con lo cual el dibujo viene dado por la silueta, tal como lo hicieron los pintores de la Cueva de Lascaux, en Francia, o como hacen aún hoy los aborígenes australianos.
Haberland atribuye mayor antigüedad a las pinturas amarillas, que están más desteñidas, y piensa que los dibujos horadados son los más recientes.
La edad aproximada de la cueva, 10.000 años, ha podido ser calculada gracias a los objetos hallados en las proximidades.
Hasta aquí hemos seguido fielmente las descripciones de Haberland, no sólo por su riqueza intuitiva y por el vasto caudal de erudición que presuponen, sino también porque las figuras se hallaban en mejor estado y eran más fácilmente perceptibles cuando él tuvo ocasión de observarlas. Es de esperarse que una prometida restauración vuelva a la luz figuras hoy ocultas.
No sólo la edad y los líquenes han contribuido a dañar estas pinturas, sino, asimismo, la acción del hombre. Cuentan los vecinos de Corinto que en una ocasión dos individuos quemaron varias camionadas de leña verde en el recinto de la Cueva. El incendio duró tres días y el humo y el hollín impregnaron las paredes. Se advierten además perforaciones en la superficie de la roca. Al parecer, los guardias dispararon sobre los dibujos, tomándoles como blanco, tal como los soldados de Napoleón tomaron por blanco las imágenes del mural de la Última Cena de Leonardo Da Vinci.
Hay algunas omisiones en la descripción del Dr. Haberland, omisiones tan importantes que hacen pensar que guardó material para un estudio posterior.
El arqueólogo señala que la mayoría de las pinturas están desnudas, pero ignora unas, escasas, es cierto, que llevan faldas. Más sorprendentemente, omite consignar un cuarto tipo de pinturas minoritario, que consiste en un pigmento negro. Hay otros personajes que escapan a los límites de su estudio, y se nos presentan como imágenes solares. Una aureola de la cual salen rayos les rodea la cabeza. Es posible que la intuición del arqueólogo se haya visto rebasada por el misterio de estas imágenes. Dos de ellas llevan la mano hacia la aureola y van manifiestamente caminando. En otro caso, los rayos salen de la cabeza de un personaje sin el soporte de la aureola, y éstos se hallan rodeados por una línea oblonga que reposa sobre el cráneo, dando la impresión de llevar una carga, del mismo modo que actualmente nuestras indígenas llevan sobre sus cabezas los haces de laña, los cántaros o los canastos.
A pesar de la diversidad de épocas a las cuales, según Haberland, pertenecen estas imágenes, la temática es invariable, sea cual sea el tipo de pintura empleada.
Las pinturas son más numerosas sobre la pared del fondo y la de la derecha. Si  bien algunas se encuentran a gran altura, van enrareciéndose hacia lo alto, y son más numerosas cuando se encuentran, sin artilugios, al alcance de la mano del pintor. Entonces su profusión es tal de que se vuelven incomprensibles, en parte por la pérdida de intensidad de los colores. Por momentos, al ver unas formas abstractas perfiladas en rojo, tenemos la impresión de encontrarnos ante un complejo mural de glifos, pero la edad de las pinturas hace inverosímil que se trate realmente de una escritura.
Hemos de añadir finalmente que algunos personajes producen una intensa sensación de movimiento y dan muestras de una aguda observación de la anatomía humana.
Queda aún sin resolver el problema de la finalidad para la cual fueron concebidas estas pinturas. Quizás la cueva, centro del ritual mágico de invocación a los animales, necesitara de la decoración para ser consagrada. Quizás los pintores, mostrando generosidad para las tribus errantes que vinieran después, dejaban así noticias de su paso, y la indicación de que el sitio era favorable para la caza, y ponían de este modo un mojón que señalara la ruta a las migraciones posteriores.
No hay que descartar tampoco la posibilidad de que el arqueólogo se haya equivocado. La figura de Moisés es tradicionalmente representada con “cuernos” sin que esto animalice al patriarca, sino que, muy al contrario, constituye la expresión de los poderes que le ha otorgado la divinidad. Carl Gustav Jung, que tendía a ver la unidad del espíritu humano en las diversas manifestaciones simbólicas, pensaría posiblemente que los personajes provistos de cuernos así como los personajes solares pertenecían al fondo común de la imaginería del inconsciente colectivo, y que tenían un valor similar al de Moisés. Las varas que los personajes sostienen, en lugar de lanzas, podrían significar el don de mando. Asimismo, los personajes alados deberían ser sometidos a análisis bajo una nueva luz. Pero como bien dice el propio arqueólogo, sean cual sean las interpretaciones que evoquen, el valor de estas pinturas va incalculablemente más lejos, tanto por su riqueza plástica, a la vez sabia e ingenua, como por la formidable distancia temporal que han debido recorrer para llegar hasta nosotros.
Tomado de LA PINTURA EN EL SALVADOR
Dirección de Publicaciones
Ministerio de Cultura y Comunicaciones
San Salvador - 1986

Coladan, Elisenda 
  1998 Las pinturas rupestres del oriente de El Salvador. En XI Simposio de Investigaciones Arqueológicas en
Guatemala, 1997 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.660-671. Museo Nacional de Arqueología y
Etnología, Guatemala (versión digital).
43
LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ORIENTE DE
EL SALVADOR
Elisenda Coladan
 Situadas en el oriente de El Salvador, cerca de la ciudad de Corinto, en el departamento de
Morazán, se encuentran las pinturas de la llamada Cueva del Espíritu Santo. Aparte de este sitio, toda la
zona noreste del país es desconocida desde el punto de vista arqueológico (Mapa 1).
 Las pinturas son conocidas desde finales del siglo XIX. En 1889, Santiago L. Barbena publicó un
artículo mencionándolas en el periódico nacional Los Debates. En 1913, en Le journal de la Société des Américanistes, un artículo de Atilio Peccorini, titulado Algunos datos de la arqueología de la República de El Salvador, menciona la Cueva de Corinto, con inscripciones y dibujos en distintos colores. Desde esas fechas, regularmente en periódicos y revistas nacionales, se encuentran menciones de las pinturas.  Este sitio era considerado como el único con pinturas rupestres en El Salvador, donde los sitios con petrograbados son abundantes. En mi primera visita al lugar, en abril de 1995, llegué rápidamente a la conclusión que, dada la geomorfología de la región, rica en abrigos y paredones rocosos, era muy probable que Corinto no fuese el único sitio con pinturas rupestres. A partir de esta constatación elaboré un proyecto de estudio regional con dos objetivos principales:
1. Reconocer la zona con el fin de localizar nuevos sitios rupestres
2. Realizar el levantamiento fotográfico y mediante calcos de las representaciones de la Cueva del
Espíritu Santo
 La primera etapa del proyecto se llevó a cabo durante diez días en abril 1996. Como era de
esperar, se localizaron dos nuevos sitios con pinturas. Se realizó un levantamiento fotográfico de las
pinturas y se calcó un 10% de las representaciones, que no se contabilizaron aún por varias razones: la
falta de tiempo y de personal durante esta primera etapa de trabajo, el mal estado de conservación que
impide por el momento diferenciar algunas, el hecho que varias están a varios metros de altura y su gran
número.
ANTECEDENTES
 Los primeros y, hasta el año pasado, únicos trabajos de investigación arqueológica, fueron
realizados en varias temporadas por el arqueólogo alemán Wolfgang Haberland. En 1954 y 1958 visitó el
sitio y en 1972 publicó un artículo en la revista norteamericana  Archaeology, donde mencionaba
principalmente la existencia de pinturas rojas, cafés y amarillas y algunos grabados. Describía la
representación de figuras humanas en su mayoría,  de pájaros, de "hombres-pájaros", de símbolos
cruciformes, además de manos positivas y negativas que le hacían atribuir las pinturas a un periodo muy
antiguo comparándolas con las del paleolítico europeo.
660  En 1977 regresó a Corinto para realizar excavaciones arqueológicas que consistieron en nueve
pozos de sondeo, de las cuales escribió un informe preliminar que no fue publicado hasta junio de 1991,
en el Cuaderno 21 de la revista Mesoamérica, dedicado a El Salvador.
 De los nueve pozos, dos situados justo debajo del abrigo fueron abandonados a poca
profundidad por la presencia de grandes rocas. En los otros llegó hasta aproximadamente a 2 m.
Describe la estratigrafía de la siguiente manera:
a) una capa superior removida de 30 a 40 cm
b) una capa de unos 30 a 35 cm, con material arqueológico consistente en tiestos cerámicos
correspondientes a la fase Obrajuelo Plain Decorated, encontrados por E. Wyllys Andrews en
Quelepa, acompañados de objetos en obsidiana, algunas lascas prismáticas y la presencia de
dos puntas que le parecen pertenecer al mismo periodo, o sea aproximadamente 625-1000 DC
c) sigue una capa entre los 70-180 cm, sin casi ningún material arqueológico, salvo algunas lascas
de obsidiana y de pedernal
d) termina con una capa de unos 50 cm, que contiene únicamente materiales líticos en pedernal y
obsidiana. Presenta la ausencia de trabajo bifacial y de lascas prismáticas. Describe varios
artefactos que identifica como raspadores, buriles, perforadores y un artefacto que él llama
rebajador de rayos. Haberland considera este material  como Precerámico, perteneciente a un
periodo muy antiguo y lo bautiza Complejo Zuncuyo, del nombre de un río cercano al sitio
 Este informe preliminar es la única información que tenemos sobre las excavaciones de
Haberland. Parte del material arqueológico debe estar en algún lugar de lo que fueron las bodegas del
Museo Nacional David J. Guzmán (hoy destruido, después que el terremoto de 1986 afectara
considerablemente su infraestructura), pero todavía no hemos podido tener acceso a él. No hemos
encontrado ningún dato sobre la localización exacta  de los pozos de sondeo, ni su superficie, lo que
dificultará el trabajo de excavación que será necesario realizar próximamente.
EL ABRIGO ROCOSO DEL ESPIRITU SANTO EN CORINTO
 El abrigo está situado en una zona de ignimbritas, con una abertura orientada hacia el este. Su
entrada mide aproximadamente 30 m, tiene unos 23 m en su mayor profundidad y unos 12 m de altura.
Pudo originarse por dos procesos:
a) tectónico: el fondo y el techo del abrigo presentan una ruptura entre la pared norte y la pared
oeste, debido a un deslizamiento de placas
b) erosión por las aguas. El interior del abrigo ha sido socavado por aguas de origen pluvioso y/o
fluvio-lacustres
 El suelo original del abrigo debía encontrarse aproximadamente 1 m más arriba del suelo actual.
Esto se puede deber a varias causas, entre ellas la erosión por las aguas de lluvia, pero creemos más
bien que se debe mayormente al factor humano.
 Este sitio combina pinturas (mayoritarias) y grabados. Las paredes donde se observan más
representaciones son la norte y  la oeste. En la pared sur existen representaciones muy dañadas por
alteraciones negras, probable producto de fogatas y/o de hongos. En toda la zona inferior del abrigo las
pinturas están muy borrosas debido a que el público que visita el sitio las toca. El tamaño de las
representaciones es muy variable, va de unos pocos centímetros a 1.5 m. Las representaciones se
661 encuentran desde la base original del abrigo (o sea a aproximadamente 1 m del suelo actual) hasta unos
8 m de altura. Se trata en su mayoría de pinturas aisladas, aunque a veces cercanas, es decir que no
parece haber realmente escenas representadas, pero sí agrupaciones con una misma temática, de un
mismo estilo o quizá producto de un mismo autor.
 Los colores utilizados que se han reconocido son:
a) diferentes tonos de ocre natural, que van desde el amarillo claro, hasta el rojo/morado oscuro,
pasando por variedades de anaranjados y rojos. Estos ocres son oxidaciones ferrosas comunes
en los macizos de ignimbritas y aparecen naturalmente en la proximidad del abrigo. En Corinto
son utilizados actualmente en la alfarería y abundan en toda la región
b) el negro, que pudo haber sido obtenido con madera carbonizada
c) el blanco y el verde cuya procedencia queda por investigar
 No se ha estudiado en esta temporada de trabajo la técnica de aplicación de las pinturas,
aunque se puede sugerir que algunas han podido haber sido pintadas directamente con las manos y/o
los dedos. En caso de las manos negativas, la pintura pudo ser aplicada soplándola a través de un tubo
(vegetal o hueso).
 Un pequeño porcentaje de las representaciones está grabado. Las técnicas más frecuentes son
raspando la pared y haciendo incisiones. Todos los grabados están a una altura superior a los 2 m, lo
que ha impedido -por el momento- observarlos con detenimiento.
 Una de las figuras combina las técnicas de grabado y pintura. Se trata de una representación
humana, cuyo cuerpo está grabado y pintado; la cabeza está pintada únicamente de amarillo oscuro.
 El tipo de representaciones incluye:
a) Figuras humanas: son las más numerosas, la mayoría están representadas de frente y algunas
de perfil (Figura 1). Varias llevan grandes penachos, de diferentes estilos (Figuras 2 y 3). Dos o
tres parecen llevar una vestimenta, que en dos casos podría interpretarse como femenina. Los
rasgos faciales aparecen en algunos casos y en otros los personajes parecen llevar máscaras.
 El mal estado de muchas figuras no permite una buena observación de detalles que quizá
existieron inicialmente.
 En este abrigo están representadas, por lo menos en cinco ocasiones, parejas tomadas de la
mano. Los dos personajes son idénticos (Figura 4) y es difícil decir si son masculinos o
femeninos. Su interpretación queda por hacer, pero podría relacionarse con la representación de
gemelos. En la mitología americana son representados en muchas civilizaciones como hijos de
una primera pareja creadora (por ejemplo en el Popol Vuh: los gemelos Hunahpu y Ixbalamque,
magos y protectores del pueblo Maya). Tres de estas parejas han sido pintadas en rojo, una en
amarillo y la otra es grabada.
 Existen dos ejemplos, situados en la pared oeste, que se podrían interpretar como seres
humanos con cabezas de pájaros, que Haberland llamó "hombres-pájaros".
b) Manos: son muy numerosas. Durante esta primera temporada no se cuenta con una estimación
del número exacto. Casi todas son manos positivas (aplicación de la mano con pintura), de
colores amarillo, anaranjado y en un caso, negro. Todas las manos negativas (la pintura se sopla
alrededor de la mano), parecen haber sido pintadas con color rojo. En varios casos las manos
positivas son representadas con el antebrazo.
662  En la pared norte existe una zona con una concentración de manos muy interesante, localizada
en una leve concavidad de la pared rocosa. Estas manos están acompañadas de puntos
amarillos ordenados en pequeños grupos alineados formando un semi-círculo.
 Las manos y los puntos son una constante del arte rupestre mundial y existen varias
posibilidades en cuanto a su interpretación: signos de posesión, señales, signos, etc.
c) Figuras animales: hemos podido reconocer representaciones de pájaros (2), cangrejos (2/3),
serpientes (2; Figura 5), una tortuga (Figura 6) y un posible alacrán.
d) Geométricos y símbolos: hay varias figuras difíciles de interpretar, algunos concéntricos,
cuadrados con líneas verticales y signos cruciformes. Hay por lo menos un signo que aparece
frecuentemente. Se podría describir como una forma cuadrada que termina en una línea
horizontal ligeramente curva. En dos ocasiones este símbolo está pintado en una mano (Figuras
7 y 8) y en otra lo sostiene un personaje. Las otras representaciones de esta figura son aisladas
(Figura 9).
 El estilo de las figuraciones de la gruta del  Espíritu Santo parece ser, hasta el momento,
bastante original. No puede compararse con representaciones ya conocidas en la cerámica o, inclusive,
en las representaciones rupestres de otras zonas de El Salvador y de Centroamérica. El desarrollo de
investigaciones arqueológicas en el oriente de El Salvador aportará nuevas informaciones.
EL ABRIGO ROCOSO DEL TORO
 Se localiza exactamente en el mismo macizo de ignimbritas que el de la gruta del Espíritu Santo,
pero del lado oeste. Su formación es por erosión debida al agua. Según el mapa geológico de la zona,
corresponde a un paleo-lago.
 
 Las representaciones no parecen ser más de diez y en su casi totalidad son figuras humanas.
Tan sólo una podría ser asociada a una representación de ave, o más exactamente de un ser mitad
humano, mitad pájaro. Varios personajes portan  penachos. Todas están pintadas con ocres rojos,
aunque en diferentes tonalidades. El estilo y el tipo de representaciones son muy similares a los de la
gruta del Espíritu Santo. Podrían considerarse tentativamente como pertenecientes a un mismo periodo.
PAREDÓN DE LAS FIGURAS
 Los dos siguientes sitios, si bien eran conocidos por los habitantes de la zona, no eran
reconocidos como sitios arqueológicos. La visita fue, en cada uno, muy rápida; hicimos únicamente una
descripción somera y fotografías. Es necesario regresar y empezar un trabajo de análisis más detallado.
 Paredón de Las Figuras se encuentra en la misma formación de origen volcánico que los
anteriores (ignimbritas), a unos 7 km al norte de Corinto. En las ignimbritas son frecuentes las
formaciones de paredones rocosos, verticales, algunos con una pequeña cornisa en su parte superior y
otros hasta con una inclinación negativa. Estos paredones tienden a evolucionar en abrigos rocosos.
 En este inmenso paredón, la mayoría de las representaciones son humanas, de un estilo
sumamente diferente al de la gruta del Espíritu Santo. El color que predomina es el rojo. Una sola figura
animal, de una serpiente, combina los colores rojo y blanco. Las pinturas son de gran tamaño (más de 1
m). Su estado de conservación es malo, debido a la erosión natural y a daños antrópicos, como un
depósito de madera al pie del paredón y la presencia de un horno.
663 El ABRIGO ROCOSO DE LOS FIERROS
 Está situado en una aglomeración de tobas volcánicas. Su forma es ligeramente triangular,
debido a una fractura localizada en el techo que hizo deslizarse los dos lados formando el abrigo. La
estructura de las paredes es muy quebradiza. Tienen tendencia a desprenderse en pequeños bloques
rectangulares, que podrían ser debidos a presiones tectónicas y/o a inclusiones de asbestos (fibra
mineral natural).
 El abrigo tiene su apertura dirigida hacia el sur. La mayoría de las pinturas están localizadas en
la pared este, concentrándose sobre todo en una zona plana situada en la entrada. El nombre del sitio se
debe a una figura que se podría calificar de simbólica o de animal muy estilizada, que los lugareños
asocian a un fierro de marcar ganado. Pero lo más probable es que las pinturas sean anteriores a la
introducción del ganado en la zona.
 Si en los dos ejemplos anteriores predominan  las figuras humanas, en este sitio es todo lo
contrario: la mayoría de las representaciones  son animales. Se pudo identificar con claridad una
representación humana roja y una mano positiva amarilla. Los animales representados identificables
son: un mono verde rodeado de coloración amarilla  y dos cangrejos. Existen figuras que parecen
mezclar atributos humanos y animales. Varias otras  representan signos difíciles de interpretar. En el
techo del abrigo y en la pared oeste existen varios puntos rojos. El color que predomina es el verde, con
algunas representaciones amarillas y rojas. Desconocemos el origen de estos pigmentos.
EL LEVANTAMIENTO DE LAS PINTURAS CON CALCOS PLÁSTICOS
 Se realizaron 17 calcos, de los cuales tres abarcan una superficie de más de 2 m en la gruta del
Espíritu Santo. En la cueva del Toro, se calcaron las cuatro pinturas más visibles. Los calcos consisten en
hojas de plástico transparente sobre las cuales se dibuja con marcadores de colores indelebles, tratando de
respetar los colores originales de las pinturas. Se instalan mediante soportes hechos de varillas de madera,
teniendo la precaución de que los puntos de contacto con las paredes sean mínimos y no toquen en ningún
caso las pinturas. Esta técnica permite a la vez calcar las pinturas sin alterarlas y analizarlas. El hecho de
tener que mirar detenidamente las superficies  pintadas para reproducirlas permite descubrir
representaciones invisibles a simple vista, definir zonas de superposiciones, percibir cambios de coloración,
etc. Los calcos se trabajan fotografiándolos en diapositivas; luego se proyectan y se puede reproducir las
figuras a la escala deseada volviéndolas a calcar (con papel calco). También se pueden superponer los
calcos a las diapositivas de las pinturas tomadas en el sitio y continuar el trabajo de análisis.
MATERIALES RECOLECTADOS DELANTE DEL ABRIGO ROCOSO ESPÍRITU
SANTO
 El material cerámico parece ser, en superficie, mucho menos abundante que el material lítico (12
tiestos). La mayoría de los tiestos están muy erosionados, como lo observado por Haberland y la cerámica
del tipo Obrajuelo ya reconocida por el mismo autor, parece ser efectivamente mayoritaria. Pero también
hemos recolectado dos tiestos diferentes: a) un soporte de cuenco decorado con botones, pudiendo
corresponder al mismo estilo que los identificados en el área central del país, atribuidos al Postclásico
Tardío; b) un borde de vasija del grupo Izalco-Usulután (fase Uapala), fechado del Preclásico Tardío. Estos
tiestos evidentemente amplían el panorama de la ocupación humana en el sitio.
 El tipo de material arqueológico más abundante es, sin lugar a dudas, el material lítico lasqueado.
Se recolectaron 270 piezas líticas en superficie, en una amplia zona delante del abrigo. El estudio tipológico
del material aún no se ha podido realizar en su totalidad por falta de tiempo, pero se pudo realizar un
reconocimiento de las materias primas utilizadas e identificar por lo menos tres técnicas de trabajo. Se trata
en su mayoría de dos tipos de obsidiana (177 piezas, 65%), cuyo origen podría ser local, puesto que
existen en la zona pequeños conos volcánicos que pueden  originar este tipo de material. Sin embargo
664 existen a una relativa proximidad del sitio, en Honduras, dos fuentes de obsidiana cuya descripción puede
corresponder a los dos tipos de obsidiana encontrados en la gruta del Espíritu Santo.
 De las piezas recolectadas, 175 parecen corresponder a la descripción de la obsidiana proveniente
del sitio de La Esperanza (departamento de Intibucá), situado a 50 km al norte de la unión del río Torola con
el río Lempa: "obsidiana de color negro a gris claro, muy transparente con vetas. Su aspecto es granuloso
con puntos negros. La corteza es espumosa, irregular y delgada". Las dos otras piezas pueden
corresponder a la descripción de otra fuente de  obsidiana, situada en Güinope (departamento de El
Paraíso), a unos 70 km al noreste del Golfo de Fonseca: "color negro oscuro a gris claro, a veces lisa, no es
granulosa y su corteza es delgada, relativamente lisa". Los dos sitios se localizan en Honduras (Nakamura
1991:43).
 Un total de ochenta piezas se dividen en las siguientes categorías de materia prima, a saber: jaspe
(16), ópalo (8), pedernal (8), cuarzo (14), calcedonia (17), roca caja (16) y lutita silícea (1) (la determinación
de las materias primas fue realizada visualmente por el geólogo César Laurito, del MINAE -Ministerio del
Ambiente y Energías- de Costa Rica). Las 13 piezas restantes fueron trabajadas en diabasa, un vidrio
volcánico más opaco que la obsidiana. El origen de estas categorías de materia prima podría ser local.
Existen dos lugares en la toponimia local denominados El Pedernal.
 Al norte de Corinto, en el río Torola, pueden observarse cantos rodados de jaspe y de cuarzo. Los
cauces de los ríos suelen ser buenas fuentes de materia prima para la lítica, puesto que arrastran
pequeños bloques arrancados a los yacimientos que atraviesan.
 Además de la lítica lasqueada, se reconocieron morteros, algunos con restos de ocre y un canto
rodado con dos muescas, que podría corresponder a una pesa para atarraya o red para pescar.
  
MATERIALES RECOLECTADOS EN LA CUEVA DEL TORO
  
 La presencia de dos lascas de pedernal micro-retocadas, en superficie, indican una probable
ocupación humana del abrigo. La técnica utilizada para la obtención de la lasca, es la presión. Se trata de
una técnica de trabajo bastante sofisticada.
  
PRESERVACIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS SITIOS
 Las grutas del Espíritu Santo y Cueva del Toro son los dos sitios que más riegos de degradaciones
corren por ser fácilmente accesibles y conocidos del público. La gruta del Espíritu Santo es la más
expuesta. Es urgente de rodear el parque arqueológico donde está situada con una valla sólida y
permanente, así como la instalación de un portón de hierro. Se recomienda la presencia de vigilantes las 24
horas. Como primera medida, se sugirió la instalación de una cuerda a pocos metros de las paredes del
abrigo, para evitar que los visitantes continúen tocándolas y acelerando el proceso de erosión. Esta medida
ya se ha hecho efectiva e impide que los visitantes toquen las pinturas. Desde el mes de marzo 1997, hay
dos policías en permanencia en el sitio durante las horas de apertura al público.
 La Cueva del Toro es propiedad privada. Sería muy oportuno si el estado pudiera hacerse acreedor
de ella y contribuir a su conservación, incluyéndola en el parque arqueológico de Corinto.
  
 Las Cuevas de Los Fierros y de Las Figuras son de difícil acceso, lo que es en sí una buena
protección. La cueva de los Fierros no parece correr mayores riesgos de inmediato, en cambio la cueva de
Las Figuras ya ha sido alterada por las acciones antrópicas mencionadas anteriormente. Es urgente visitar
al dueño del terreno e incitarlo a que no permita que se sigan dañando las pinturas.
   
665 CONCLUSIÓN
  Hemos presentado los resultados preliminares de este trabajo de investigación que recién se está
iniciando. Nos parece indispensable empezar excavaciones arqueológicas en Corinto, cuya ocupación
podría ser más compleja que lo presentado por Haberland. Además, cabe señalar que los abrigos del
Espíritu Santo y del Toro, nos parecen formar parte de una zona arqueológica más importante, como lo
indican varias rocas alrededor del sitio, con cúpulas y surcos artificiales, así como una zona con
formaciones geológicas naturales en forma de "hongos". Lastimosamente, por el momento no se cuenta
con el financiamiento adecuado.
 Como se puede comprobar en el mapa 1, esta es una zona en la que no ha habido investigaciones
arqueológicas. El único sitio estudiado es el de Quelepa, a unos 60 km al sur de Corinto.
 Se propone también continuar las prospecciones en la región de Morazán y ampliarlas a las zonas
de Honduras que son fronterizas. Esta región corresponde culturalmente a la zona Lenca (Chapman
1992:38-51), en el siglo XVI. La finalidad es establecer un mapa de los sitios con representaciones
rupestres de la zona, así como la realización de un levantamiento fotográfico.
 En el sitio del Espíritu Santo todavía se llevan a cabo ceremonias indígenas, por lo cual nos parece
necesario trabajar en colaboración con antropólogos, que nos podrán aportar informaciones sobre las
tradiciones orales y los mitos de la zona, los cuales serán de gran utilidad para tratar de interpretar los
temas representados.
 Las representaciones rupestres centroamericanas son casi siempre objeto de descubrimientos
aislados y publicaciones dispersas en revistas. Un estudio regional nos parece en ese sentido sumamente
importante. Sería igualmente necesario trabajar en conjunto con los otros especialistas de la zona.
REFERENCIAS
Chapman, Anne M.
1992 Los hijos del Copal y la Candela. Universidad Nacional Autónoma de México, Centre d'Etudes
Mexicaines et Centraméricaines, México.
Nakamura, Seichi
1991 Investigaciones arqueológicas en la región de La Entrada, Honduras. Co-publicado por los
Servicios Voluntarios Japoneses de Cooperación para el Extranjero y el Instituto Hondureño de
Antropología e Historia, Tegucigalpa. 

MÁS BIBLIOGRAFÍA SOBRE CORINTO



Paz, Rufino.

1926    “Gruta de Corinto”. Revista de Etnologia, Arqueologia y
Lingustica Tomo I N. 5.

    pp. 321-322. San Salvador. El Salvador

1950  “Anales del Museo Nacional David J. Guzmán” Tomo I N. 2. pp. .64. San

    Salvador. El Salvador.

------

1986   Museo Nacional “David J. Guzmán”Ministerio de Cultura y Comunicaciones.

           Dirección de Publicaciones e Impresos. pp. 24.  San
Salvador, El Salvador.


Coladan,  Elisenda.

1996     “Pintura Rupestre e Industrias Liticas lasqueadas del Oriente
de El Salvador”.

            Informe Preliminar. Presentado al Consejo Nacional para
la Cultura y el Arte

             CONCULTURA.

1998      “Nuevos datos sobre arte rupestre en El Salvador”.
Presentado al Consejo

              Nacional para la Cultura y el Arte CONCULTURA.


   * Fichas de Registro del Departamento de Investigaciones del
“Museo David J. Guzmán” (MUNA).



   * Fichas  de Registro del Departamento de Arqueologia de la
Secretaria de Cultura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario